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sábado, 27 de noviembre de 2021

MATERNIDAD Y SEXUALIDAD.

 


La maternidad es un asunto central para una gran cantidad de mujeres en todo el mundo, pero es también una experiencia cargada de imágenes y símbolos sobre lo que significa ser mujer y sobre el papel que ellas deben, pueden jugar en la vida social y en el ámbito privado. En este sentido en el transcurso de largas experiencias clínicas con mujeres, niñas, adolescentes, se ha podido percatar que las mujeres aceptan pasivamente un papel donde la sexualidad está vedada y la procreación premiada, de tal forma que esto origina una seria contradicción entre lo genital y lo maternal. Es decir, que por un lado, se observa que muchas mujeres se acercan a la edad adulta con un miedo a la sexualidad, que le han remarcado desde pequeñas, desempeñando una maternidad que lejos de ser placentera es ejercida como una obligación. Contrariamente, a esto se escucha a otras mujeres que desde lo consciente manifiestan estar en búsqueda de su consolidación laboral, expresando que tal actividad es incompatible con el ejercicio de la maternidad, no así con el de su sexualidad genital.

Además, la evolución histórica  muestra que la mujer de nuestra civilización ha adquirido una notable libertad sexual y económica que la ha llevado a insertarse por necesidad y/o voluntad a los medios de producción, adquiriendo en ocasiones una auténtica independencia económica respecto al varón, con una relativa disminución de los prejuicios y presiones sociales en torno a la sexualidad y una transformación valorativa de la maternidad, expresada en su negativa consciente e inconsciente a ser madres. Este fenómeno en la mujer, tiene importancia y trascendencia en sí mismo, es imposible que pierda esta importancia en manos de una sociedad que pide calladamente a la mujer un cambio en su estructura valorativa. Ahora en nuestros días por circunstancias socioeconómicas, se le manda a la mujer moderna un nuevo mensaje que resulta ser conflictivo y desconcertante para ella, y aquella meta que toda mujer tiene fijada consciente y/o inconscientemente en la maternidad no resulta ser ya la meta primordial, la meta por excelencia, aquella por la que justificó su existencia y para la que fue educada. La sociedad le pide otro tipo de metas; tiene puesta en ella una serie de expectativas, que si bien no se jerarquizan si se les imprime mayor importancia que a la maternidad, la que es sublimada y en el peor de los casos rechazada, expresando con esto un desacuerdo con su propio sexo y con su propia existencia. Esta función primordial denominada maternidad, puede ser ejercida con satisfacción y sin los sentimientos de culpa que originan la disociación de las dos funciones: maternidad y sexualidad, necesarias en toda mujer; las que a su vez posibilitarán que la mujer sea productiva en otros campos, ya que al metabolizar esta conflictiva adquirirá su propia liberación y liberación implica responsabilidad.

Bibliografia.

Marie LANGER. Maternidad y sexo, Ed. Paidos ; Buenos Aires; Pág. 11

 

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