Este vínculo se establece desde el momento en que la adolescente se entera que está esperando un hijo. Durante el embarazo se constituyen vínculos con "el hijo imaginario", con características ideales y que rara vez se cumplen, en el que nace, lo cual se constituye en trauma para la madre cuando nace un niño malformado o de bajo peso, o cuando él bebé real no es lo que ella esperaba. Esto influye de manera notable en la relación madre-hijo y tiene un papel importante en la vida del bebé. Si el hijo no responde a sus expectativas, será percibido como un fracaso que podrá acarrearles una sensación de extrañeza, indiferencia, desilusión frente al hijo. Acerca del vínculo madre-hijo la adolescente tiene las siguientes dificultades:
• Tienen dificultades para discriminarse del bebé, estableciendo vínculos simbólicos con él y, cuando esta vinculación las agobia, pueden descuidar al niño e incluso maltratarlo.
• Priorizan sus necesidades sobre las del niño, ya que ellas son aún demandantes, y no tienen capacidad de contener a su hijo.
• Toleran muy poco las frustraciones, ya que no comprenden que el bebé no es como ellas quieren que sea, ni hace los que ellas quieren en el momento que quieren.
• Tienen dificultades para discriminarse del bebé, estableciendo vínculos simbólicos con él y, cuando esta vinculación las agobia, pueden descuidar al niño e incluso maltratarlo.
• Priorizan sus necesidades sobre las del niño, ya que ellas son aún demandantes, y no tienen capacidad de contener a su hijo.
• Toleran muy poco las frustraciones, ya que no comprenden que el bebé no es como ellas quieren que sea, ni hace los que ellas quieren en el momento que quieren.
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