San Benito de Nursia
(480?-547?), fundador del monasterio de Montecassino y conocido como el padre
del monacato occidental. Nacido en una distinguida familia de Nursia, en Italia
central, Benito pasó sus primeros años estudiando en Roma. Conmocionado por la
degenerada vida de la ciudad, se retiró a una zona deshabitada cerca de
Subiaco, donde vivió en una cueva (más tarde llamada la Gruta Santa) durante
tres años. Durante este periodo aumentó su fama de hombre santo, y se acercaban
a visitarle multitud de personas. Aceptó el ofrecimiento para ser abad de un
grupo de monjes que vivían en el norte de Italia, pero éstos no aceptaron sus
reglas e intentaron envenenarle. Al descubrir la conspiración abandonó el grupo
y poco después fundó el monasterio de Montecassino. Benito estableció una regla
de vida, adoptada por casi todos los monasterios occidentales, que subrayaba la
vida en comunidad y el trabajo físico. Los monjes no podían tener propiedades,
las comidas se hacían en comunidad y se evitaba la conversación innecesaria.
Benito también dedicó gran parte de su tiempo a las necesidades de la gente de
la zona, repartiendo limosnas y alimentos entre los pobres.
Festividad: El 21 de marzo (Vetus
ordo); el 11 de julio (Novus
ordo); 14 de marzo (Bizantino).
Regla benedictina: En la famosa abadía de
Montecassino se estableció la regla benedictina que organizó y revitalizó la
vida monástica occidental, y le dio sus características propias. Según el
juicio de la época, la Regla benedictina imponía muy poca austeridad y
ascetismo: tenían que disponer de la comida, ropa y abrigo adecuados;
dependiendo de la época del año y de las fiestas litúrgicas que celebraran cada
día los benedictinos destinaban entre cuatro y ocho horas para celebrar el
Oficio divino y siete horas para dormir. El resto del día estaba dividido con
el mismo número de horas para trabajar (generalmente en la agricultura), y para
el estudio y la lectura religiosa. El abad tenía una total autoridad patriarcal
sobre la comunidad, aunque él mismo estaba sujeto a la Regla y debía consultar
con los miembros de la comunidad sobre los asuntos más importantes.
Miembros de la orden:
Durante la vida de San
Benito, sus discípulos se encargaron de difundir esta orden por muchos países
del centro y oeste europeo.
En
1354 la
orden había aportado 24 Papas, 200 cardenales, 7.000 arzobispos, 15.000
obispos, 1.560 santos canonizados y 5.000 beatos. Desde entonces el número de
personas vinculadas a la orden, ha llegado a unos 40.000, dentro de los que se
incluyen 20 emperadores, 10 emperatrices, 47 reyes, 50 reinas y muchas otras
personas que pertenecieron a la realeza y la nobleza. Durante el siglo XIV, la
orden benedictina contaba con 37.000 miembros; en el siglo XV, sólo con 15.107.
La Reforma los redujo a 5.000. En el 2009 eran 11.000 hombres y 25.000 mujeres.
Iconografía: Se le representa
habitualmente con el libro de la Regla, una copa rota, y un cuervo con un trozo
de pan en el pico, en memoria del pan envenenado que recibió Benito de parte de
un sacerdote de la región de Subiaco que le envidiaba. San Gregorio cuenta que,
por orden del santo, el cuervo se llevó el pan adonde no pudiera ser encontrado
por nadie.