La teoría de Sigmund Freud está orientada
biológicamente y presenta el desarrollo psicológico en cinco etapas de
desarrollo psicosexual:
● Etapa Oral. Abarca los primeros meses de la vida,
donde el placer sexual correspondiente a esta "primera fase oral" es
la succión. El niño siente placer tanto al succionar el pecho materno e ingerir
su alimento, es decir, al satisfacer sus necesidades alimenticias, como también
al succionar su dedo o el chupete, es decir, al estimular la mucosa bucal sin
apagar su hambre. De esta etapa se distinguen dos fases: El objeto anhelado en
la primera fase oral es el pecho materno o su sustituto, la mamadera. Esta
situación es distinta en la segunda fase oral, llamada también caníbal. Cuando
aparecen los primeros dientes busca su mayor satisfacción con la boca, pero ya
no por medio de la succión, sino mordiendo y masticando.
Un bebé con privaciones orales tiende a convertirse
prematuramente en una persona autodependiente que a la vez siente incertidumbre
e inseguridad. Por otra parte, el bebé oralmente satisfecho puede convertirse
en una persona confiada y muy dependiente.
● Etapa Anal. Comprende desde los 12 y los 18 meses
hasta los 4 años y es una época en la que predomina el placer en el sistema de
eliminación anal. También esta etapa y sus sensaciones correspondientes pueden
subdividirse en dos etapas. Durante la primera etapa anal, predomina el placer
de la expulsión, y el excremento expulsado es equiparado por el inconsciente a
un objeto querido. Es decir, que existe otra vez una situación ambivalente
frente al objeto porque el niño quiere retenerlo, por estimarlo; y expulsarlo,
con intenciones destructivas, por odiarlo y temerlo. En la segunda fase anal,
el placer principal ya no radica tanto en la expulsión hostil del objeto como
en su retención. Es decir, que el objeto es más apreciado y menos odiado que
antes.
Cuando en esta etapa se le muestra mucho afecto y se
le consiente, el niño puede desarrollar una fijación en la etapa anal, sin
embargo, el exceso de rigidez y aspereza pueden tener el mismo efecto.
● Etapa Fálica. Comienza alrededor de los 3 o 4 años
y se extiende alrededor hasta la mitad
de la niñez. En esta época recrudece la masturbación, el niño da suma
valoración a su pene y la niña a su clítoris. Comienzan entonces la curiosidad,
la angustia y la confusión que provocan las diferencias entre la anatomía
sexual del varón y la niña. El niño siente celos del padre, quiere impedirle
vida sexual con su madre y eliminarlo. Es la situación triangular típica de
toda evolución infantil, que Freud caracterizó en el término de "situación
edípica", basándose en la tragedia clásica de Edipo.
La culminación de esta etapa, es el Complejo de
Edipo que llega entre los 5 o 6 años y
se resuelve comúnmente entre los 15 y los 17 años de vida.
● Periodo de Latencia. El periodo de latencia
consiste en una represión de la sexualidad infantil. Las ideas e impulsos
asociados con las etapas oral, anal y fálica son sepultados en el inconsciente
(o sea reprimidos) y se les deniega su expresión; pero siguen ahí en forma
latente, como la estructura que adquiere la libido. Los recuerdos, organizados
sexualmente, de estas tres etapas influirán en las asociaciones futuras del
individuo. Por lo tanto, la latencia surge cuando el niño encuentra la necesidad
de renunciar a sus esfuerzos edípicos y se caracteriza por la orientación hacia
la realidad y por la aparente falta de sexualidad. Sin embargo la sexualidad
retorna en la adolescencia cuando el adolescente se plantea su capacidad física
para ella.
● Etapa Genital. Marca el inicio de la pubertad y la
entrada a la adolescencia. La sexualidad reprimida durante la latencia aparece
de nuevo y ocasiona una multitud de problemas que se habían eliminado en la
latencia. Desde el punto de vista freudiano la adolescencia es una época en que
el adolescente en desarrollo se ve amenazado por la disolución de la
personalidad que ha construido y estabilizado durante el periodo de latencia.
En el artículo “Tres ensayos de teoría Sexual” sólo
con la pubertad se establece la separación tajante entre el carácter masculino
y el femenino.
En esta etapa la organización genital infantil se
caracteriza por una discrepancia entre las exigencias edípicas y el grado de
desarrollo biológico. La evolución de la corriente sensual, descrita en “Tres
ensayos sobre la teoría sexual” conduce a la organización genital: con la
pubertad aparece un nuevo fin sexual, a cuya realización contribuyen todas las
pulsiones parciales, mientras que las zonas erógenas se subordinan a la
primacía de la zona genital .La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la
función de reproducción. Se activa la
pulsión sexual, elemento psicológico correspondiente a las energías libidinales
que necesitan la descarga de la tensión. Se
introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su
conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces
predominantemente autoerótica; ahora halla al objeto sexual. Hasta ese momento
actuaba partiendo de pulsiones y zonas erógenas singulares que, independientemente
unas de otras, buscaban un cierto placer en calidad de única meta sexual. Ahora
es dada una nueva meta sexual; para alcanzarla, todas las pulsiones parciales
cooperan, al par que las zonas erógenas se subordinan al primado de la zona
genital. La pulsión sexual se pone ahora al servicio de la función de
reproducción.
Al separar la energía libidinosa de otras clases de
energía psíquica, se da expresión a la premisa de que los procesos sexuales del
organismo se diferencian de los procesos de la nutrición por un quimismo
particular.
En esta etapa una nueva oleada de represión, afecta
justamente a la sexualidad del clítoris, es así que el refuerzo de las
inhibiciones sexuales, creado por esta represión que sobreviene a la
adolescente durante esta etapa.
Cada vez que la niña logra trasferir la
estimulabilidad erógena del clítoris a la vagina, ha mudado la zona rectora
para su práctica sexual posterior. En este cambio de la zona erógena rectora,
así como en la oleada represiva de la pubertad que, por así decir, elimina la
virilidad infantil, residen las principales condiciones de la proclividad de la
mujer a la neurosis, en particular a la histeria.
El impulso sexual aumentado durante este período
revive la tendencia hacia los objetos incestuosos provocando una segunda
situación edípica, aunque mitigadas por el desarrollo del Superyó que reprimirá
esas tendencias.
Según Freud en esta etapa se produce: el
desasimiento respecto de la autoridad de los progenitores, el único que crea la
oposición, tan importante para el progreso de la cultura, entre la nueva
generación y la antigua.
Así, también el autor refiere que hay personas que nunca superaron la autoridad
de los padres y no les retiraron su ternura o lo hicieron sólo de modo muy
parcial. Son casi siempre muchachas: que
para contento de sus progenitores, conservan plenamente su amor infantil
mucho más allá de la pubertad. La inclinación infantil hacia los padres es sin
duda la más importante de las sendas que, renovadas en la pubertad, marcan
después el camino a la elección de objeto.
Referencias Bibliográficas.
-Sigmund FREUD .Tres ensayos de teoría Sexual. Buenos
Aires: Ed. Amorrortu..1905.Pág. 189-200
-Jean
LAPLANCHE. Diccionario de psicoanálisis. España: Editorial Labor .1981..Pág.169
-Joseph STONE y Joseph CHURCH, La niñez y la
adolescencia. Ed. Lumen . Home ,Buenos Aires, Pág.262
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